Hoy, las plataformas digitales y las redes sociales nos permiten construir y consolidar una comunidad virtual, donde aprenderemos una nueva forma de estar cerca a pesar de la distancia.
Por Tomás Atarama. 10 agosto, 2020.El distanciamiento físico se ha convertido en una norma de conducta y educación en los últimos meses. Si por alguna necesidad se debe salir y acudir a lugares públicos, guardar ese metro y medio de distancia es un gesto de amor con quienes nos esperan en casa y una muestra de respeto por el otro; es decir, un acto de empatía y generosidad. Puesto así, esta nueva normalidad es una oportunidad para el desarrollo de virtudes, para salir de una mirada estrictamente individualista y entender que la vida en comunidad siempre requiere una orientación al prójimo.
Sin embargo, este distanciamiento físico trae consigo también muchos problemas. La vida social como la conocíamos ha desaparecido y aún es incierto el momento en el que podamos retomar la mayoría de las actividades grupales con tranquilidad. Ante la amenaza latente de contagiarse y contagiar, la ansiedad, el miedo y la preocupación pueden ser emociones que aparezcan constantemente y que lleven a muchos a mirar con pesimismo la realidad y el futuro. Pero hay que reconocer que nos encontramos en una de las épocas más privilegiadas para superar una pandemia.
En el antecedente más parecido a lo que estamos viviendo, la pandemia de 1918, no existía ninguno de los artefactos que hoy nos han permitido continuar con nuestras vidas. Aunque es innegable que un sector importante de la población se encuentra en una situación complicada, existe un 73% de peruanos que tiene acceso a Internet y que puede encontrar un camino para seguir desarrollando una vida social virtual.
Las personas son seres sociales por naturaleza, no solo requieren del otro para crecer y aprender, sino que en la interacción se reconocen y construyen su personalidad. Por esto, prefiero considerar que esta pandemia nos ha impuesto un distanciamiento físico, pero no social. En estos momentos difíciles, las diversas actividades lúdicas, culturales, formativas y laborales se han trasladado a las plataformas digitales.
Confinados en nuestros hogares, gran parte de la vida social continúa y creo que esta es una razón para mirar con optimismo y esperanza el presente y el futuro. Podemos entablar una larga conversación con amigos, visitar virtualmente a familiares y seguir aprendiendo y aportando a la sociedad con nuestro trabajo y conocimiento. Hoy, las plataformas digitales y las redes sociales nos permiten construir y consolidar una comunidad virtual, donde aprenderemos una nueva forma de estar cerca a pesar de la distancia.
Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.